11-septiembre-2001.biz

¡Esto es por lo qué importa el 11 de septiembre!
por Elias Davidsson
Un número de personas, especialmente de la izquierda, sostiene que en
realidad no importa quienes cometieron las atrocidades del 11 de
septiembre de 2001 - fanáticos musulmanes reaccionarios, imperialistas de
los EE.UU. , o quien sea. Según este punto de vista, insistir en la
identificación de los culpables no mejora los intereses de la clase obrera o
de los pueblos oprimidos del mundo sino que constituye una distracción
burguesa. Lo importante, dicen algunos, son las consecuencias del 11S,
como las guerras de agresión contra Afganistán e Irak, el establecimiento de
cárceles secretas, las políticas de detención prolongada de sospechosos sin
el debido proceso y el acceso a abogados, las políticas de la tortura, el
aumento de los poderes de la policía típicos de los estados de excepción,
etc. Otro argumento en contra de centrarse en los acontecimientos del 11S
es el hecho de que, en términos de daño humano, estos acontecimientos
son mínimos en comparación con las muertes diarias de alrededor de
30.000 niños por causas evitables (el equivalente a 10 onces de septiembre,
cada día), o la muerte de 4-5 millones de personas en la guerra civil del
Congo en los últimos años. El último argumento, sin duda, tiene mérito. Dar
prioridad a los problemas de acuerdo a su medida en términos de
sufrimiento humano es, sin duda, un planteamiento legítimo, pero no es
necesariamente el más eficaz.
Para ser justos, no ha habido ningún debate real de si importa o no quien cometió las atrocidades del 11S. La mayoría de los izquierdistas oficiales dan estos hechos por supuestos y no muestran ningún interés en examinar el asunto desde la perspectiva moral, jurídica o política. En el siguiente artículo, voy a intentar demostrar que hay una serie de apremiantes razones por las cuales determinar la verdad sobre los acontecimientos del 11S es de máxima importancia para todas las personas que se preocupan por la paz mundial, la justicia, y el gobierno de de la ley y la democracia. Es mi opinión que la búsqueda de la verdad de los acontecimientos del 11S puede ser la más poderosa, y posiblemente única, estrategia revolucionaria de la que se dispone en la actualidad para oponerse al imperialismo, al militarismo y la agenda neoliberal. En primer lugar, voy a desechar la afirmación de que luchar por la plena verdad del 11S es una desviación de las más importantes cuestiones políticas. No hay que olvidar que la mayoría de los escépticos del 11S también se oponen a la guerra de EE.UU. contra Irak y Afganistán y a las violaciones de los derechos humanos cometidas por el gobierno de los EE.UU. en contra de sus ciudadanos y extranjeros en nombre de la "guerra contra el terror". La cuestión no es, por tanto, la de priorizar o no los asuntos. La cuestión de las prioridades sólo puede venir, sin embargo, una vez de que los hechos están establecidos. Los gobiernos no están dispuestos a revelar la verdad de los hechos. Con este artículo, trato de demostrar la fuerza del 9/11-truth (movimiento por la verdad del 11S) como un instrumento democrático revolucionario. 1. El primer motivo por el que el 11S importa es más bien mundano y
puede parecer trivial para algunas personas. La razón es que las víctimas de
un acto criminal - y esto incluye a los familiares de los muertos - tienen
derecho a saber la verdad, a saber, el qué, cómo, cuándo, quién y dónde del
crimen. Este derecho es a la vez moral y legal. Mientras que en EE.UU. la
legislación nacional no provee a las víctimas de un delito con el derecho
legal a la verdad, los órganos judiciales internacionales y regionales de
derechos humanos, concluyen en el derecho a la verdad por varios derechos
humanos fundamentales. Los estados también han reconocido el derecho a
la verdad mediante la creación de Comisiones. El derecho a la verdad
también es considerado como uno de los recursos debidos a las víctimas de
delitos. Negar a los familiares de las víctimas el derecho a saber cómo,
cuándo y dónde sus seres queridos murieron y quién es el responsable de
sus muertes, es cruel. En muchos casos, la determinación de los hechos de
un delito es clave para los familiares de las víctimas para obtener una
indemnización. Con el fin de eludir la obligación de proporcionar la verdad,
el gobierno de los EE.UU. ofrece a los familiares de las víctimas del 11S un
trato: Se les proporcionará una importante compensación económica - un
promedio de 1,8 millones de dólares por víctima - si aceptan no demandar a
nadie, esto es, no forzar al descubrimiento de pruebas en los tribunales.
Afirmar que es "irrelevante" quién cometió el asesinato en masa sería
considerado con razón, cínico por las partes interesadas.
2. La segunda razón es simplemente que los autores de cualquier delito
deberían ser identificados, procesados y castigados. El cumplimiento de la
ley sirve para proteger a la sociedad del daño, previene de nuevos delitos y
castiga y trata de rehabilitar al delincuente. Esta es una de las obligaciones
de los estados para con sus ciudadanos. Debido a la abultada y premeditada
naturaleza de este asesinato en masa, los acontecimientos del 11S deberían
ser considerados como un crimen contra la humanidad. La Asamblea
General de Naciones Unidas ha promulgado en su resolución 3074 (XXVIII) de 3 de diciembre de 1973 los principios de la cooperación internacional en la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Según el principio 1, "los crímenes de guerra y los crímenes contra la humanidad, dondequiera que se cometan, estarán sujetos a investigación y las personas contra quienes hubiera pruebas de que hayan cometido tales crímenes serán objeto de localización, detención, juicio y, en caso de encontrarlos culpables, castigados". De acuerdo con el Principio 8, "Los estados no adoptarán medidas legislativas o de otro tipo que puedan causar perjuicio a las obligaciones internacionales que han contraído en lo que respecta a la identificación, detención, extradición y castigo de los culpables de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad." Aunque este decreto de la Asamblea General no es vinculante para los estados, contribuye - porque no es rebatido por cualquier estado miembro - a la cristalización de una norma convencional internacional, que se convierte en vinculante para los estados, incluso sin ningún tipo de tratado. Este decreto, por cierto, fue aprobado sin oposición. El establecimiento de la Corte Penal Internacional es un paso adicional para garantizar que las personas que cometen crímenes internacionales sean llevadas ante la justicia, aun cuando los estados no quieran o no puedan hacerlo. El 12 de septiembre de 2001, el Consejo de Seguridad de la ONU, en su resolución 1368 (2001) pidió a todos los estados miembros " que trabajaran juntos con urgencia para llevar ante la justicia a los autores, organizadores y patrocinadores de estos actos terroristas [del 11 de septiembre de 2001] y subraya que los responsables de prestar asistencia, apoyo o protección a los autores, organizadores y patrocinadores de estos actos tendrán que rendir cuentas; que cooperaran para asegurar el enjuiciamiento de quienes cometieron este crimen". Como los autores, organizadores y patrocinadores de los atentados no han sido llevados ante la justicia, la resolución del Consejo de Seguridad no se ha cumplido. El gobierno de Estados Unidos ha fallado al "investigar" los crímenes. Exactamente cuatro semanas después, el ex-Fiscal General de EE.UU., John Ashcroft, y el ex director del FBI, Robert S. Mueller, ordenaron expresamente al personal del FBI que dejaran a un lado la investigación de este asesinato en masa en caso de que surgiera cualquier sospecha de nuevas amenazas terroristas. Por lo tanto, no es de extrañar que el FBI no dé a conocer los resultados de su investigación y que nadie haya sido acusado, y mucho menos procesado por la planificación o la participación en este asesinato en masa. Los que afirman que "no importa" quién cometió el 11S, apoyan implícitamente el principio de la impunidad de un crimen contra la humanidad y muestran su despreocupación por las normas jurídicas internacionales.
3. La tercera razón está relacionada con nuestra seguridad individual y
colectiva. Nadie ha sido procesado por la planificación, organización y / o la
participación de los atentados, porque de hecho ninguno ha sido procesado
o vinculado con el crimen. Esto puede sorprender a algunos lectores. Sin
embargo, no hay pruebas verificables de que las 19 personas mencionadas
por el FBI como secuestradores del 11S, subieran en realidad a los aviones
que se estrellaron ese día: Sus nombres no aparecen en las listas de
pasajeros, ninguna persona ha testificado haberlos visto embarcar en los
aviones, y sus restos corporales no han sido identificados. Por lo que
sabemos, la afirmación de que fanáticos musulmanes secuestraron cuatro
aviones aquel día sigue siendo una acusación sin fundamento, y no un
hecho. En cuanto a sus planificadores, los EE.UU. mantienen detenida a una
persona con el nombre de Khaled Sheik Mohammed, al que los dirigentes de
dicho país han declarado como el cerebro de los actos terroristas. Al parecer
en marzo de 2007, confesó haber planeado el asesinato en masa del 11S y
otros 30 delitos de terrorismo en todo el mundo. Sin embargo, la persona
que hizo esta confesión no ha sido vista por algún observador externo, juez,
periodista o trabajador por los derechos humanos, desde su presunta
detención. La identidad de esa persona sigue envuelta en el misterio. No es
seguro que la persona que hizo esta supuesta confesión sea del todo Khaled
Sheik Mohammed, o cualquier otra persona, para el caso. Aparte de la
incapacidad para identificar a esa persona, no se sabe en qué condiciones
ésta hizo la confesión, si esa persona fue torturada o si ciertas promesas le
fueron hechas con el fin de garantizar su "confesión". Serias dudas sobre la
autenticidad de ésta, sobre todo por qué el presunto convicto confesó los
delitos, que no pudo haber previsto (porque él ya estaba en la cárcel por
aquel entonces). E incluso si el verdadero Khaled Sheik Mohammed hizo esa
confesión, su confesión no probaría que las 19 personas acusadas de haber
cometido el asesinato en masa, en realidad lo hicieran, a menos que él, u
otras personas, pudieran demostrar que en realidad estos 19 musulmanes
embarcaron en el avión, fueran capaces de ejecutarlo y lo ejecutaran. La
conclusión es que no sabemos realmente quienes planearon y cometieron el
asesinato en masa del 11S. En realidad existe mucha más evidencia
concluyente que sugiere que el gobierno de los EE.UU., y no una banda de
musulmanes, planificó y perpetró dicho asesinato en masa. Como no han
sido presentadas pruebas concluyentes en cuanto a la identidad de los
planificadores y autores, se deduce que pueden estar todavía en libertad y
que pueden realizar nuevas atrocidades. Este peligro es especialmente
grave si el delito del 11S se ha llevado a cabo a instancias del gobierno de los EE.UU. Es tanto lo que está en juego aquí, que los que se niegan a investigar quien cometió el 11S, aparecen como imprudentes e irresponsables hacia sí mismos, sus familias y sus sociedades. 4. La cuarta razón es que los acontecimientos del 11S se han utilizado para
justificar las guerras de agresión. Han permitido a los Estados Unidos y a la
OTAN legitimar las guerras de agresión y la ocupación militar de estados
soberanos. La agresión contra Afganistán estaba justificada por su relación
directa con el 11S. El 2 de octubre de 2001, el representante de los EE.UU.
hizo una exposición en el Consejo de la OTAN en la que presentó "pruebas"
de vínculos entre Osama Bin Laden y los acontecimientos del 11S. Sobre
esa base el Consejo, en representación de todos los estados de la OTAN,
apeló por primera vez al artículo 5 de la Carta del Atlántico, en la que la
OTAN equipara el "ataque contra los Estados Unidos" con un ataque a todos
los miembros de la OTAN. En virtud del concepto de seguridad colectiva, la
OTAN hizo suya la agresión de EE.UU. contra Afganistán. El Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas fue embaucado ya el 12 de septiembre de
2001 para declarar los acontecimientos del día anterior como terrorismo
"internacional". Sin embargo, el Consejo no fue provisto, incluso con una
pizca de evidencia de que el asesinato en masa se gestara fuera de los
Estados Unidos, por no hablar de Afganistán. No se sabe si algunos
miembros del Consejo de Seguridad tenían conocimiento previo de los
hechos, si fueron sobornados para designar a los acontecimientos en ese
lenguaje o, simplemente, que participaran en sula descuidada redacción. Se
hizo obvio poco tiempo más tarde, sin embargo, que el Consejo de
Seguridad adoptó alegremente la versión oficial de la administración de los
EE.UU.: El Consejo ha declarado al terrorismo como uno de las "mayores
amenazas para la paz y la seguridad", sin ni siquiera molestarse en
substanciar esta determinación basada en hechos. La OTAN y la Unión
Europea han situado por igual la lucha contra el terrorismo internacional en
la cima de sus prioridades en cuestiones de seguridad, como si el terrorismo
fuera una amenaza real para cualquier país, ni que decir para la "paz y la
seguridad internacionales". Esta campaña se basa en el mantenimiento del
temor hacia el terrorismo. Si se puede demostrar que los acontecimientos
del 11S no fueron un acto de terrorismo internacional, sino una "operación
de falsa bandera" por el gobierno de los EE.UU., es más fácil no sólo para
dejar al descubierto la política exterior de los Estados Unidos como ilegal,
sino para exponer la naturaleza engañosa de la ideología contra el
terrorismo promovida por el Consejo de Seguridad, la OTAN y la Unión
Europea. Hay que recordar que "las operaciones de bandera falsa", (los
actos terroristas organizados por los servicios secretos y que se atribuyen a
los enemigos), han sido cometidos tanto por los EE.UU. y la OTAN en las últimas décadas . Cuando los ciudadanos se den cuenta de la utilización de operaciones de "falsa bandera" por parte de los gobiernos, estos métodos serán más difíciles de utilizar. Desenmascarar el 11S como una operación de "falsa bandera" facilitaría ese conocimiento.
5. La quinta razón es que los acontecimientos del 11S fueron seguidos por
la más exitosa operación de propaganda en la historia contemporánea. No
existe precedente de ese adoctrinamiento en condiciones de paz, la libre
circulación de la información y la era de Internet. Historiadores e
intelectuales de los medios de comunicación todavía no se han enfrentado
con este fenómeno. El éxito de esta operación se puede medir por el hecho
de que prácticamente a todas las naciones, incluyendo a las élites
intelectuales de éstas y sus clases políticas, se les hizo creer que el
asesinato en masa del 11S fue planeado por Osama Bin Laden y llevado a
cabo por 19 musulmanes fanáticos. Un análisis de esta propaganda masiva
revela fácilmente las técnicas utilizadas para crear este mito. Entre estas
técnicas había historias difundidas por el FBI, como la de que un Corán y un
manual de instrucciones de vuelo se encontraban en un automóvil
abandonado por los secuestradores en el aeropuerto de Boston, que un
testamento en árabe fue encontrado en una maleta que "no llegó al vuelo",
que un pasaporte intacto de uno de los" secuestradores "se encontró entre
los escombros del World Trade Center, minutos después del accidente del
avión, y otras historias que impresionan a los ciudadanos de a pie de que
los autores fueron fanáticos musulmanes. Se nos hizo creer que los
"terroristas", a los que nadie vio subir al avión, intencionadamente dejaron
un rastro de pruebas fáciles de encontrar para el FBI. Al mismo tiempo, los
medios de comunicación conscientemente se negaron a difundir
información relativa al 11S, que podría haber socavado la versión oficial,
tales como los testimonios de más de 100 bomberos, periodistas y otros
trabajadores que reportaron haber visto, escuchado o sentido varias
explosiones en el World Trade Center antes del colapso de las torres (lo que
sugiere que explosivos previamente colocados las demolieron) o
testimonios de los residentes en un pueblo de Pensilvania que no vieron
ninguna evidencia de un accidente aéreo en el supuesto lugar del accidente.
Últimamente, millones de estadounidenses están empezando a poner en
duda la versión oficial (sólo el 16% del público considera que el Gobierno de
los EE.UU. dice la verdad sobre el 11S), los medios de comunicación
iniciaron una campaña para denigrar y ridiculizar a través de ataques "ad
hominem" (ataques personales por medio de la ridiculización de los
argumentos), a quienes expresan dudas acerca de la versión oficial. Esta
campaña refleja los desesperados esfuerzos por contener la proliferación de
los hechos a través de Internet, lo que apunta a la complicidad oficial en el crimen. Exigir toda la verdad sobre los acontecimientos del 11S, hace más fácil exponer el papel que desempeñan los medios de comunicación en el mundo de hoy, como compañeros serviciales de la élite gobernante. Exigir la verdad sobre los ataques puede servir como un poderoso antídoto contra la manipulación de los medios de comunicación. 6. La sexta razón es que la versión oficial ha sido una de las principales
justificaciones para las restricciones de los derechos humanos y el aumento
de los poderes de la policía para rayar los métodos de un estado policial.
Algunos afirman que oponerse a estas medidas no es necesario para saber
quien realmente cometió el asesinato en masa. Por otra parte, si se acepta
la versión oficial y la ideología del aumento del terrorismo fundamentalista
islámico, uno debe aceptar al menos alguna justificación de estas medidas.
Sin embargo, si se puede demostrar que la versión oficial y el terrorismo
islámico son fraudulentos, se hace mucho más fácil exponer no sólo las
violaciones de los derechos humanos y derechos constitucionales como
violaciones injustificadas, sino que exigen la anulación total de estas
medidas.
7. La séptima razón es que los acontecimientos del 11S han ayudado a los
gobiernos a aumentar su nivel de secretismo y reducir así su obligación de
rendir cuentas. Esta tendencia no es nueva pero reduce aún más los
actuales vestigios de la democracia. Exigiendo toda la verdad sobre los
atentados, el fracaso de la democracia puede ser más evidente. La
búsqueda de la verdad sobre los ataques terroristas puede conducir a la
búsqueda de responsabilidades en relación a otras cuestiones y puede
ayudar a recuperar los derechos democráticos. Los que apoyan la
democracia, es decir, la norma para el pueblo, del pueblo, encontrarán que
exigir la verdad sobre los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001
ayudaría a restaurar la pérdida de algunos de los valores de la democracia.

Source: http://www.11-septiembre-2001.biz/Documentos/why911reallymatters.pdf

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