Traducido de Invitations to responsibility: The therapeutic engagement of men who are violent
and abusive (pp. 18-63), por Alan Jenkins. Adelaide, Australia: Dulwich Centre Publications,
Explicaciones causales de la violencia………………………………………….1 Teorías individuales, teorías o explicaciones interaccionales de la violencia, teorías de desarrollo
como causa de la violencia, teorías socioculturales
Teorías de la Restricción (Restraint)……………………………………………3 4 tipos diferentes del contexto para examinar las restricciones: restricciones socioculturales, del
desarrollo, interaccional y del contexto individual
EL PROCESO DE COMPROMETER AL HOMBRE QUE ABUSA DE SU PAREJA………………………………………………………………………………….17 Introducción
Las explicaciones causales no promueven que se responsabilice del comportamiento abusivo.
Invitan al individuo a verse como víctima pasiva de las circunstancias o guiados por fuerzas
internas o externas de las que tienen poco control.
TEOTÍAS INDIVIDUALES I.-Teorías de la personalidad o del carácter:
a) exceso: de enojo o excitación sexual: “Tiene una naturaleza violenta”, “Se va tras cualquier
b) déficit: de control de impulsos: “perdió el control”, “sabía que estaba mal pero no pude detenerme”. “no puede controlar sus urgencias sexuales”.
c) enfermedad psiquiátrica o biológica: “esto corre en la familia”, “es un loco”, “está enfermo”.
d) perfiles de personalidad: baja autoestima, rigidez, dependencia emocional
II.- Teorías relacionadas con procesos y motivos psicológicos
a) “contenedor” poca responsabilidad de lo que lo llena
b) Desinhibición, por ejemplo del alcohol y drogas (por lo tanto son los responsables)
c) Bloqueo: pobre manejo de conflictos y comunicación
TEORÍAS O EXPLICACIONES INTERACCIONALES DE LA VIOLENCIA
A) Violencia como homeostasis o que sirve a un propósito:
Para alcanzar una meta o mantener un arreglo
Para “corregir” a la pareja: basada en nociones rígidas del bien y del mal,
creencias de verdad, justicia que deben alcanzarse a cualquier costo
Para establecer respeto e intimidad en la relación
Función homeostática para mantener la desigualdad de poder y la
complementaridad de las relaciones “dominante-sumisa”, “cercanía-distancia”,
Teorías sobre la madre débil, no efectiva, inadecuada y que se “colude” con el
abuso permitiendo que la hija tome ciertos aspectos de su rol, por lo tanto el
incesto se ve como “funcional” para unir a una familia inestable
Adolescente abusivo se ve como ”funcional” para distraer a los padres de sus
problemas maritales, por lo tanto un matrimonio inestable se mantiene
B) Violencia como consecuencia de las relaciones disfuncionales: aquí la violencia no tiene
un propósito o función sino que es una consecuencia de las relaciones disfuncionales de
Provocación de la víctima u otros: “ella lo pedía”, “me provocó” , “me dijo
cosas”. El ofensor sexual refiere que lo provocó el comportamiento “seductivo”
de/la niño/a o que lo mujer no le da sexo
Común explicación de niños o adolescentes que abusan: que tuvieron padres
muy estrictos, que no ponen suficientes límites
Estas teorías de la consecuencia producen confusión entre violencia y conflicto, como si la
violencia fuera consecuencia del conflicto que escala. Lleva a creer que la pareja no puede
Las teorías de interacción localizan la causa de la violencia y la responsabilidad o culpa se
comparte con la víctima y otros miembros de la familia.
No invitan al ofensor a tomar completa responsabilidad de su violencia.
TEORÍAS DEDESARROLLO COMO CAUSA DE LA VIOLENCIA
Explican las acciones del ofensor debido a experiencias pasadas “el padre lo golpeaba”
A) Teorías del aprendizaje social: que pasa de generación en generación. Modelaje y
reforzamiento, son la manera como la aprenden. Ofensores sexuales reportan haber sido víctimas.
B) Identificación con el agresor: el ofensor compensa sentimientos de desvalidez
victimizando, fastidiando, y abusando de otros considerados vulnerables y sin poder
Las teorías del aprendizaje dicen que el comportamiento abusivo se refuerza porque se salen con la suya o por gratificación sexual.
Estas teorías no invitan al ofensor a responsabilizarse y pueden servir de excusa o justificación
“a mi me pegaron, por eso pego a mi hijo”.
Pone la violencia en las estructuras sociales, tradiciones, normas e ideologías de la cultura:
En la cultura occidental y familia nuclear
Estrés social: desempleo, problemas
Teorías feministas: género, desigualdad de poder, patriarcado
Refuerzan que el hombre ha sido socializado a usar la violencia para resolver problemas y
mantener el privilegio en una sociedad sexista. Usan el poder de sus puños/genitales para alcanzar esas metas.
Estas teoría dicen que se deben cambiar las estructuras sociales, las normas culturales y las
ideologías para detener la violencia y que la responsabilidad individual es irrelevante dadas las
TEORIA DEL DE LA RESTRICCIÓN (RESTRAINT)
Las explicaciones de la violencia que son útiles, son las que invitan al ofensor a tomar
responsabilidad de sus acciones, señalar soluciones y relacionarlas con todos los niveles de
conducta. Esta teoría asume que los hombres pueden relacionarse con respeto y sensibilidad y no son
abusivos con otros a menos que algo los restrinja de hacerlo.
Las restricciones son: tradiciones, hábitos y creencias, que influye las maneras en que los
hombres abusivos le dan sentido a y participan en el mundo. Estas restricciones no causan el comportamiento abusivo, por ejemplo, un hombre que fue
abusado cuando niño, que tiene problemas financieros y maritales y que toma mucho, puede
no violentar a su familia y relacionarse respetuosamente.
Esta teoría de la restricción promueve una consideración activa de alternativas al abuso y que es lo que detiene al hombre de comprometerse con ellas. Se invita al hombre a que se pre-
ocupe con su propia competencia en desafiar los hábitos e ideas de restricción y que descubra y
practique alternativas a su abuso. Siempre se considera que él es responsable de su
comportamiento violento y de su contribución a las relaciones y se le desanima a atribuir culpa
o responsabilidad a lo de afuera. 4 tipos de diferentes de contexto para examinar las restricciones:
1.- Contexto de las restricciones socio-culturales
2.- Restricciones del contexto del desarrollo
3.- Restricciones en el contexto interaccional
4.- Restricciones del contexto individual
C) Intoxicación por su propia preocupación y creencias
D) intentos equivocados para controlar su violencia
La cultura occidentales altamente competitiva, de naturaleza jerárquica y con ideología
individualista en oposición a loa co-operación e interdependencia.
La autoestima individual y personal se basa en el deseo por el estatus o rango y el poder y la deificación de estos conceptos. Tal receta para el estatus individual y el éxito promueve
la adquisición de la propiedad y el control y la influencia sobre otros, y el ambiente, “me
siento tan bien como si estuviera en la cima del mundo”.
Esta ideología del “estatus” (o rango) lleva a estructurar la sociedad en series de relaciones
jerárquicas de “superior-subordinado”. “Los superiores” adquieren rangos, tienen mayores privilegios, más respeto que aquellos de rangos “subordinados”. Estos valores son
sagrados en las relaciones jerárquicas de nuestros sistemas políticos, económicos,
El deseo de estatus o rango se persigue con poca responsabilidad a pesar del impacto de
estos esfuerzos en el bienestar de otros y del ambiente. En la búsqueda del estatus o rango o del éxito individual es aceptable y hasta admirable que sean “agresivos” y que
explote o tome ventaja de otros “débiles” para poder lograr ser “competitivo”. Estos, en su
rol de superior entienden que deben defender su lugar contra los competidores. El mundo
se entiende como un lugar donde o eres ganador o perdedor, compitiendo en una arena
donde el “poder está bien” (might is right).
Esta idea de éxito individual promueve nociones de “propiedad” de los “subordinados” por
los “superiores” y el derecho de ejercer poder sobre los “subordinados” para satisfacer las
necesidades individuales. Promueve valores competitivos a costa de relaciones co-
operativos, valores como empatía, respeto, cuidado, confianza, sensibilidad, compartir,
Las estructuras e ideologías que promueve el logro individual a expensas de la
responsabilidad del bienestar de los otros, son influencias altamente restrictivas para el
desarrollo de relaciones respetuosas y sensitivas.
Ciertas formas de violencia y explotación sexual están legitimizadas y permitidas por nuestra cultura si se ve que llevan a una causa “noble” o provee los medios para un fin
“más alto”. La violencia con frecuencia se ha usado para defender o establecer una
ideología política. En esos tiempos podemos ver algo tan paradójico como “pelear por la
paz”. La violencia con frecuencia se ha permitido para castigar a criminales o disidentes
políticos. La violencia y la explotación sexual son legitimizadas y permitidas como
entretenimiento en el deporte, libros, películas y comerciales. Nuestros sistemas: educativo, legal, político y religioso con frecuencia fallan para promover
la atribución de la responsabilidad al ofensor por su comportamiento abusivo, por que no
le provee las respuestas y sanciones necesarias. Hay una ausencia histórica de
prohibiciones legales definitivas y de penalidades para los que tienen comportamiento
abusivo. Esto se hace evidente por los ejemplos recientes:
2 muchachos de 14 años que violan a una niña en la escuela fueron suspendidos
por dos semanas por “acoso sexual” mientras que a la niña la obligaron a dejar la
escuela. Las autoridades educativas estaban más preocupados por proteger el
“derecho de los niños a la educación” que los derechos y seguridad de las niñas de
En nuestro sistema legal, se favorece, que un ofensor sexual niegue sus ofensas y
llame mentiroso al niño porque es más fácil a que sea castigado si toma algo de la
La esposa violenta o las víctimas de abuso sexual con frecuencia se les obliga a que
dejen su hogar por su propia seguridad. No obligan al ofensor a dejar el hogar.
Es en la familia donde se hace más evidente la falla de atribuir responsabilidad al ofensor.
Dentro de la familia, el rango tradicional es: esposos son considerados “superiores” a las
esposas, hombres sobre mujeres y padres sobre hijos. A los del rol “superior” tradicionalmente se les atribuye poseer los derechos sobre los “subordinados”. Se espera de los “subordinados”
que mantengan el status quo (estado actual de las cosas) demostrando lealtad y apoyo a los
“superiores”. Esto promueve que los “superiores” confíen que las “subordinados” mantengan el
apoyo y tomarán la responsabilidad de mantener la “autoestima” de los “superiores”.
Existen precedentes legales e históricos que han permitido y legitimizado la violencia y explotación sexual a “subordinados” por los “superiores”.
Tradicionalmente los “superiores” tienen el derecho de castigar o disciplinar a los
“subordinados” usando la violencia física si no cumplen con sus “obligaciones”. Aunque estos
se ha cuestionado en relación a la violencia intra familiar y a la violación marital, se acepta con
niños. Se dice que tal disciplina tradicionalmente se ve como un medio necesario y apropiado para un fin. A los “superiores” se les debe obedecer. De hecho, la violencia, física se ha
equiparado con amor y cuidado: “esto me dolerá más a mí que a ti”, “lo hago porque te
Por eso, las víctimas de esa disciplina se sienten responsables.
Porcentajes altos (40-50% en hombres de algunos estudios) aprueban la actividad sexual
forzada en citas y atribuyen responsabilidad a las víctimas de violación en variadas
Investigaciones en las actitudes de la comunidad sobre abuso sexual revela que a las víctimas
se les considera parcialmente responsables en ciertas circunstancias. Estas actitudes, combinadas con la ideología de privacidad, armonía y permisión de la familia y
vida familiar, reduce la posibilidad de intervención externa para parar la violencia y los
“síndromes de complementaridad” en las víctimas de abuso se ha documentado bien y refleja el
éxito de la atribución de la responsabilidad a las víctimas en vez de al ofensor. ¿Cuándo la violencia o el comportamiento sexual dentro de la familia se convierten en
explotación y abuso? Cualquier miembro de la familia puede ser violento o comportarse
sexualmente hacia otro miembro. En familias normales se ha reportado que se involucran en
Se vuelve abuso cuando las personas que la ejercen ocupan los roles de “superiores” donde
tienen el rango y el poder, más fuerza física, y más acceso a recursos y al conocimiento. El
abuso de cualquier tipo se caracteriza por una persona que tiene más poder toma ventaja de
una persona con menos poder. El sentido de “derecho” que tiene el ofensor sobrepasa el
sentido de responsabilidad por el cuidado y las necesidades de la víctima. La víctima
generalmente se siente atrapada y se siente imposibilitado a irse del contexto del abuso. El ofensor generalmente siente disminuida su responsabilidad por el abuso, mientras la víctima
asume esta responsabilidad. No es sorprendente que la distribución del abuso en las familias o
en la comunidad, corresponde a las distribuciones del “estatus” (rango).
Tradiciones, hábitos y creencias promueven el desbalance entre hombres y mujeres en rangos
en rangos (status), en responsabilidad por el clima social y emocional de las relaciones: lo que
incluye el cuidado, la intimidad, resolución de conflictos, empatía y sensibilidad por las necesidades y los sentimientos de otros y la consciencia y expresión emocional.
Estas tradiciones, hábitos y creencias prescriben restricciones a los hombres:
Un sentido exagerado del rango y derecho en relación con mujeres y niños
Evitar las responsabilidades socio-emocionales.
Una dependencia o confianza en otros (especialmente mujeres) para encarar las
Las recetas tradicionales para la autoestima de los hombres y para el éxito incluyen las
adquisiciones de rango y poder dentro y fuera de la familia. Tradicionalmente se considera a
los hombres superiores a las mujeres y han ocupado posiciones de dominio dentro de la familia con el derecho de ejercer un tipo de pertenencia sobre los miembros de la familia que podría
considerar como “propiedad”. En este papel, el hombre puede esperar obediencia, sumisión y
respeto de los demás quienes toman el asiento trasero en la toma de decisiones. El no necesita
enfrentar ningún desafío a su autoridad y tiene derecho de esperar apoyo de otros miembros
de la familia. Cualquier desafío a su autoridad se ve como desviado o desleal. La devoción a una ideología de pertenencia y superioridad promueve evitar lo socio-emocional y
confiar en otra para que las enfrenten. La receta del hombre para la negociación o solución de
conflictos se basa en su dependencia de otros dentro de la familia para prevenir el conflicto.
De acuerdo a roles tradicionales el hombre es el responsable de proveer económicamente. El debe realizar, alcanzar y competir el trabajo del mundo exterior. Su pareja tradicionalmente
tiene la responsabilidad dentro de la familia de cuidar y nutrir los trabajos domésticos. Por lo
tanto, el hombre espera que su pareja haga el trabajo dentro de la familia y se siente con el
derecho de que “lo dejen en paz”, “no lo molesten” ni que “ella lo fastidie”.
El rol tradicional para los hombres es evitar la intimidad, el cuidado y la responsabilidad en la relación. No se requiere que sea expresivo emocionalmente, se espera que sea frío y calmado
en cualquier crisis para que pueda tomar las riendas, resolver los problemas en forma racional
sin dejar que los sentimientos interfieran. El será un hombre de acción más que de palabras.
Se espera que sea duro y competitivo. Debe cuidarse y defenderse y no hacerse vulnerable
tomando riesgos emocionales en los que él “se abra” o “se deje llevar”. Este estereotipo de
género es de hecho una receta para la incompetencia social y emocional y una dependencia total en la pareja femenina para los requerimientos sociales y emocionales de la relación.
Las relaciones y las habilidades de intimidad se promueven para el rol estereotipado femenino,
relacionado con el cuidado de los hijos, educarlos, empatía, sensibilidad y la expresión
emocional. La mujer debería desarrollar habilidades verbales y tomará la responsabilidad de
remover o resolver los problemas emocionales en la familia. De hecho, es su obligación educar, cuidar a otros y aliviar sus cargas emocionales. Su felicidad viene de satisfacer las necesidades
de otros, es responsable del éxito o fracaso del matrimonio y las relaciones familiares.
Como ella es responsable del clima emocional de la familia, está obligada a trabajar duro para
mantener la calma de su familia, prevenir el estrés, la falta de armonía y el conflicto. Si falta la
armonía, es su responsabilidad. Como consecuencia otros miembros de la familia dependen/confían en ella para monitorear su comportamiento y remover el estés, “caminar en
cáscaras de huevo” alrededor de ellos y protegerlos de las presiones del diario vivir.
Las prescripciones de género pueden verse como influencias altamente restrictivas para que los
hombres violentos tomen responsabilidad de su comportamiento abusivo. Los hombres abusivos tienden a tomar poca responsabilidad para monitorear y regular su propio
comportamiento abusivo, y frecuentemente atribuyen responsabilidad a sus parejas por los
incidentes del abuso. Las parejas de los hombres abusivos pueden creer que ellas son
responsables de prevenir y controlar el comportamiento del hombre abusivo y por las
consecuencias del abuso. Esto es evidente cuando algunas víctimas de incesto parecen
perdonar menos y atribuir más culpa a sus madres por no protegerlas que a sus padres por abusarlas.
Las recetas tradicionales para la autoestima y éxito masculino incluye ideas de conquista y
desempeño sexual. Estas ideas promueven hábitos y creencias altamente restrictivas que
incluyen la sensación del derecho sexual masculino, evitar responsabilidad socio-emocionales
con respecto a la sexualidad y a la intimidad y a depender de sus parejas para que tomen responsabilidad.
Esto se refleja en las creencias tradicionales del derecho sexual del hombre y de que le
pertenece el cuerpo de su pareja. La pareja femenina debe de estar disponible y se espera que
atienda las necesidades sexuales masculinas. Muchos hombres están convencidos de que
deben tener sexo con cierta frecuencia porque de otro modo consecuencias muy malas caerán sobre él.
La conquista y el desempeño sexual son criterios tradicionales para la autoestima del hombre.
De acuerdo a la tradición, el hombre debe ser viril y experienciar deseo sexual cuando se
siente atraído por una mujer (el “objeto” del deseo) quien ha cultivado una exhibición sexual
cautivante. Es necesario un pene siempre despierto, durable, como arma y como equipo infalible necesario para actuar este deseo. El hombre con su saber superior, es capaz de
orquestar el sexo y “prender” a su pareja. La sexualidad de su pareja se sentirá se sentirá más
como una respuesta a la iniciativa masculina que a un deseo por derecho propio,
De acuerdo a las recetas tradicionales de género, la pareja sería más joven, más pequeña,
inocente, ingenua, cortés, sin experiencia, virginal y no desafiará la autoridad masculina. Es notorio que esta receta para la pareja sexual femenina parece más una receta para un niño/a
Con esta receta, la conquista o el ganar el acceso a la mujer y el realizar actividades sexuales
apantallantes son importantes en el sexo. La actividad sexual se refiere a “anotar”. Las pre-
ocupaciones sexuales se relacionan con preguntas como ¿qué tan frecuente? ¿Cuántas veces? ¿Qué tan grande? ¿Cuánto duró? La cantidad parece ser más relevante que la calidad. La
pareja debe estar “satisfecha” de acuerdo con la definición hombre y sus criterios de
satisfacción. Sexo y amor se asocian con agresión. Hay una variedad de escenarios en la
literatura y cultura popular en la que la actividad sexual es vista como un acto agresivo
realizado con un pene que es descrito como un arma o un objeto dañino. El éxito sexual se promueve como un nivel alto de preocupación sexual y una tendencia del
hombre a separar su experiencia sexual de sus contextos interpersonales y emocionales. Se
espera que el hombre sea capaz de realizarlo bajo cualquier circunstancia y el sexo pareciera
tomar una vida independiente y por si sola. A veces los penes son vistos como si tuvieran una
mente propia que está separada del resto del cuerpo. En este contexto, no es sorprendente que la pornografía sea para los hombres más importante que para las mujeres, dada la receta
que promueve una tendencia a cosificar a sus parejas (“el objeto sexual”) y la falta de
empatía para sus sentimientos. Una atención excesiva en la conquista y desempeño sexual
tiende a promover niveles altos de preocupación sexual centrada en sí mismo y una tendencia a
evitar la responsabilidad socio-emocional en las relaciones.
En un contexto donde la expresión emocional es restringida, una de las pocas opciones
permitidas para establecer intimidad es la expresión de éxtasis sexual y sentimientos sexuales.
Como consecuencia, la expresión de interés sexual se vuelve la mejor manera de intentar
establecer y contribuir a las relaciones íntimas. Esto lleva a la tendencia de “sexualizar”
necesidades de afirmación y cercanía. La tendencia a “sobresexualizar” las necesidades
emocionales es evidente como una restricción para aceptar la responsabilidad del comportamiento abusivo en muchos ofensores sexuales. Algunos ofensores sexuales lidian con
experiencias tales como soledad contactando prostitutas o buscando otras formas de sexo
impersonal. Muchos ofensores sexuales se involucran con más frecuencia en comportamientos
sexualmente impersonales y en experiencias sexuales que los no ofensores.
Esta noción se refleja en explicaciones de algunos ofensores sexuales: “la quería demasiado”, “solo estaba tratando de amarla”.
De manera similar, algunos ofensores sexuales explican sus acciones como intentos de
establecer relaciones o intimidad con sus víctimas. Se sabe que los violadores llegan a
proponer matrimonio a sus víctimas después de atacarlas. La receta para la conquista y el desempeño sexual actúa como una restricción para el punto de
vista de los hombres en su rol en las relaciones y el resultado es la tendencia del hombre para
evitar la responsabilidad socio-emocional para su comportamiento sexual y depender de la
mujer para que tome esta responsabilidad. Tradicionalmente, ha sido responsabilidad de la
mujer poner límites en los posibles o actuales encuentros sexuales y de actuar como “guardiana de la moral”. La tarea tradicional del hombre es probar estos límites y encontrar la manera de
rodearlos para hacer una conquista. Si la mujer parece no desearlo, entonces ella necesita
persuasión y aun coerción. En las películas modernas y de ficción está bien representado el
escenario para esta mujer, que no desea el encuentro sexual, quien realmente quiere el
encuentro sexual a pesar de si misma, es forzada a éste y luego tiene una experiencia sexual
extraordinaria por la que está eternamente agradecida. Tradicionalmente, se ha visto a las mujeres como responsables por el interés sexual que ellas
“atraen”. La mujer atrae la atención del hombre y lo exita y una vez exitado, él no tiene
elección más que seguir por el camino de la actividad sexual. La mujer por lo tanto, es
considerada responsable por las consecuencias de ser inicialmente atractiva. El dilema para las
mujeres en el contexto de estos roles tradicionales de género es que ella debe atraer la atención del hombre y al mismo tiempo evitar “tentar al hombre” apareciendo “fácil” o ser una
“rogona”. No es sorprendente que muchas víctimas de ofensas sexuales acepten algo de la
responsabilidad por el comportamiento del ofensor y se pregunte “¿qué hice/me puse para
Las recetas tradicionales de género prescriben que las responsabilidades sociales y emocionales de la relación sean aceptadas por las parejas femeninas. Las parejas sexuales femenina podrán
sentir no solo la obligación a estar disponibles sino también responder para complacer a sus
parejas, independientemente de sus propios sentimientos. En otras palabras, hay una
obligación de proteger los sentimientos de su pareja masculina sacrificando sus propias
necesidades. Los patrones de comportamiento abusivo son generalmente bastante consistentes con los
dictados del rol tradicional de género. De ello, Russell D.E. considera que violadores, ofensores
sexuales de niños, y acosadores sexuales están muy de acuerdo con el contexto tradicional
masculino de los roles de género, en oposición a desviados. Ella cita evidencia que apoya la
noción de un continum de comportamiento sexual coercitivo del considerado normal y permitido, al que se considera no aceptable e ilegal.
La teoría de la restricción es útil en entender la investigación de evidencias inconsistentes y
contradictorias en las relaciones estereotipadas entre los roles de sexo y el comportamiento
abusivo en los hombres. Existe un gran cuerpo de evidencia que apoya el punto de vista de
que los hombres abusivos tienen actitudes que son altamente estereotipadas con el rol sexual (Buró; Koss et all, Malamuth; Beck; Lisak&Roth). Existe otro cuerpo de evidencias que
contradice esto. (Sasttem et al; Rosenbaum;Gondolf & Henneken).
Es de ayuda considerar que los estereotipos del rol de género tanto como una influencia
restrictiva en hombres abusivos como opuesta a condiciones estáticas que influye en todos los
hombres y de la misma manera y que causa el comportamiento abusivo. Los roles de género estereotipados prescriben una variedad de ideas y comportamientos que de hecho son
inconsistentes y contradictorios y que promueven una “tendencia de rol de género”. Evidencia
reciente sugiere que muchos hombres abusivos tienen roles de género “no diferenciada”
(indiferenciados) los cuales carecen de una identidad clara de género. Se ven a sí mismos
como que fracasan en los logros y alcances masculinos como consecuencia, se ven como que
adoptan patrones de comportamiento que son consistentes con los conceptos de lo que debería ser un hombre.
La teoría de la restricción ayuda a explicar la variedad y la difusión de influencias de los
estereotipos del papel de género y la heterogeneidad en la población de hombres violentos.
Los hombres abusivos pueden ir desde callados y pasivos que tienden a retirarse del conflicto hasta patriarcas dominantes que se enganchan en frecuentes exhibiciones de poder y de rango.
Los patrones de género de derecho exagerados y de evitación socio-emocional y dependencia
Los roles tradicionales de género son particularmente restrictivos para que los hombres
abusivos tomen responsabilidad de su comportamiento abusivo. En todas las formas de abuso, el abusador tiende a enfocarse en su propia intensión y en sus sentimientos y carece de
empatía o entendimiento de los efectos de sus acciones en la víctima. La víctima es tratada
como un objeto, deshumanizada/o – sus derechos normales son rechazados. Esta falta de
empatía está acompañada por justificaciones y atribuciones externas de la responsabilidad. Ell
abusador depende de la víctima para lidiar con las consecuencias de su explotación y tome la
responsabilidad por sus sentimientos y necesidades. Se espera generalmente que la víctima mantenga en secreto el abuso, y en una variedad de formas, tome la responsabilidad por el
Las diferencias de género tradicionales promueven el sentido de derecho a expensas de la
responsabilidad social y emocional en el hombre. En el contexto del comportamiento abusivo,
estas diferencias basadas en el género fracasan en promover la aceptación de la responsabilidad del comportamiento abusivo por el que realiza el abuso. En lugar de eso,
animan a la atribución de la responsabilidad a la víctima o a la pareja del ofensor.
Algunos hombres, por supuesto, contribuyen a relaciones sensitivas, respetuosas y no abusivas
a pesar de las influencias restrictivas socioculturales. Examinar las estructuras socio-culturales y
la tradición ha ayudado a entender las influencias restrictivas de hombres y mujeres como grupos de género o como miembros de varios sistemas sociales. Para entender o explicar el
comportamiento de los individuos, es útil examinar las influencias restrictivas en otros niveles
2) RESTRICCIONES DEL CONTEXTO DEL DESARROLLO
Hombres y mujeres practican hábitos y patrones de relaciones en la familia, escuela, grupos de
iguales y otros sistemas sociales los cuales facilitan o impiden el desarrollo de relaciones respetuosas y sensitivas. Es evidente que las restricciones socioculturales se reflejan en las
familias y otros sistemas sociales. Algunas familias, escuelas y grupos de iguales reflejan estos
valores más fuertemente que otros. Las personas practican hábitos de relaciones altamente
restrictivos en sistemas sociales altamente restrictivos. Familias fuertemente estructuradas por
el rol de género tienden a reforzar ideas restrictivas para hombres las cuales promueven un exagerado sentido del derecho, evasión de la responsabilidad socio-emocional y el hábito de
depender de las mujeres para satisfacerlas. La evidencia confusa en relación con las
características familiares de los abusadores se entiende más fácil si se ve en el contexto de la
teoría restricitiva. Algunas familias se caracterizan por desarrollo de “sobrecarga” (development
overload) y otras por desarrollo de “baja carga” (developmental underload), y algunas fluctúan
entre los dos, con respecto al contexto de enfrentar las responsabilidades socio-emocionales.
a) Desarrollo de sobrecarga. Existen familias donde los cuidadores parecen insensibles o
no responden a las necesidades sociales y emocionales de los niños/as. Estas
condiciones existen en familias donde los niños varones:
Están expuestos a la incompetencia y negligencia parental
Deprivados de un cuidado sensible, respetuoso y educativo, especialmente por
Expuestos a comportamientos abusivos y de falta de respeto en la relación con
Donde se espera o se permite que tome responsabilidades de adulto
inapropiados en la forma de trabajo o alianzas inapropiadas con la pareja (por
ejemplo, como confidente o compañía de la pareja)
Estas cargas son altamente restrictivas para que los niños varones enfrenten las responsabilidades socio-emocionales.
Estos niños pueden experimentar poco cuidado, confianza o confirmación y respeto de los
límites personales y son testigos del poco uso de estas cualidades de la relación con su
cuidador. No son testigos de maneras respetuosas del manejo de conflictos y de habilidades para resolverlos. Son requeridos para crecer por sí solos y desarrollar habilidades de
sobrevivencia de la calle que no son esperados normalmente en niños.
Las habilidades de relacionarse que mejor le quedan para sobrevivir se basa en la
competitividad y defensa más que en la cooperación, el cuidado y la confianza. Tales
sobrecargas animan a los muchachos a poner su energía en los alcances masculinos tradicionales, por lo tanto, reforzando las restricciones socioculturales. En un contexto de que
“cada hombre está para sí mismo” los niños practican estos hábitos que reflejan la sensación de
que es su derecho salirse de las responsabilidades socio-emocionales y de las consideraciones
Un adolescente que se comporta abusivamente en este contexto puede estar sujeto a una sanción abusiva, inapropiada y excesiva por sus cuidadores o lo opuesto, sin ninguna sanción.
El comportamiento abusivo puede ignorarse, animarse o enseñarse en el caso de un niño de 13
años que fue instruido físicamente por su padrastro a abusar sexualmente de su hermana
menor. Tal contexto establece un fuerte precedente para la localización de la responsabilidad
del comportamiento abusivo externamente y atribuir la culpa a otros.
b) Desarrollo de “baja carga” son características en familias donde los cuidadores parecen
ser muy sensibles y responden de más a las necesidades sociales y emocionales de los
niños. En estas familias, los niños varones parecen confiar excesivamente en sus
cuidadores (generalmente las madres) para encarar las presiones, responsabilidades y
Los cuidadores parecen excusar a los niños de responsabilidades y aplican sanciones poco
significativas por los comportamientos irresponsables. Un cuidador puede formar una alianza
con el niño y se caracteriza por la preocupación por su bienestar pero disculpando su
comportamiento. Esta alianza puede excluir al otro cuidador quien aboga por sanciones más
severas. Los cuidadores se encuentran muy preocupados con el desarrollo de su hijo y trabajando más duro en sus intentos de recordar, dirigir, suplicar (cajole) aconsejar e
influenciar en él para que tome más responsabilidad, piense antes de actuar, sea más,
considerado, menos egoísta y a que controle su temperamento. El niño, por otro lado, parece
tomar cantidades disminuidas de responsabilidad en estas áreas de su desarrollo y “requiere”
En este contexto, los niños tienden a desarrollar un sentido de derecho y a centrarse en sí
mismos de tal manera que sobrepasa su sentimiento de responsabilidad y preocupación por el
bienestar y las necesidades y sentimientos de otros.
Poco a poco van evitando tomar responsabilidad por sus acciones y a desarrollar excesiva
dependencia de sus cuidadores para preocuparse acerca de y tomar responsabilidad por sus necesidades emocionales y sociales. No es de sorprenderse que estos muchachos experiencíen
dificultades que van en aumento en el manejo de las presiones, desilusión y el desafío en las
relaciones. Tienden a culpar a otros cuando las cosas salen mal y experiencían una disminución
Si los niños se comportan de forma abusiva, en este contexto, los cuidadores están
preocupados pero no actúan en forma de ayudar al muchacho a tomar la responsabilidad de su
abuso. Los cuidadores tienden a preocuparse con la búsqueda de una explicación para el
comportamiento abusivo y con frecuencia miran hacia ellos, sintiendo excesiva culpa y responsabilidad. Altenativamente buscan una explicación externa que tiende a disculpar al
muchacho de su responsabilidad. Por ejemplo, los padres de un muchacho que abusa
sexualmente de un niño más pequeño, dirán que su comportamiento se refiere a que
experimenta o curiosea y no lo llaman abuso. Ellos sin querer condonan el comportamiento
abusivo en lo que ellos creen ser el bienestar del muchacho.
Muchos cuidadores, en este contexto, fallan en aplicar sanciones significativas al
comportamiento abusivo y toman una gran cantidad de responsabilidad hacia ellos para tratar
de prevenir eventos adicionales. Se preocupan más y se vuelven altamente vigilantes,
monitorean el temperamento del hijo y su comportamiento como “caminar en cáscaras de
huevo” a su alrededor. Conforme toman más responsabilidad el joven tiende a volverse menos
vigilante y menos dispuesto para monitorear o tomar responsabilidad de sus propias acciones. Los jóvenes adolescentes abusivos se apoyan en sus padres para tolerar y disculpar su
comportamiento que a veces es muy abusivo y aun amenazante para la vida.
Muchos muchachos desarrollan hábitos y valores que los restringen a encarar las
responsabilidades sociales y emocionales en el contexto de sus iguales. Compiten en grupos de
iguales que se especializan en bromear, bullying (bully: persona que lastima o intimida a aquellos que son más débiles), o acosa sexualmente a niñas o niños menores. Se ensayan y se
practican hábitos de restricción que involucran intentos para establecer un rango (status) y
poder a expensas del bienestar y los sentimientos de otros.
Otros pueden ser las víctimas de las bromas, del abuso y del acoso y desarrollan sentimientos
de inadecuación social y hábitos de retiro y aislamiento. Algunos de estos muchachos se retiran a fantasías del mundo en donde se vuelven preocupados con los escenarios de estereotipos
tradicionales de género de éxito, rango, dominio, desempeño sexual y venganza. Muchos
ofensores abusivos ensayan escenarios del abuso y la explotación en la fantasía. Algunos
ofensores sexuales emparejan estas fantasías con comportamiento masturbatorio.
Estos contextos de iguales promueven la evitación de responsabilidades sociales y emocionales,
la búsqueda de un sentido de derecho a expensas del bienestar de otros y la atribución de la
responsabilidad del comportamiento abusivo a la víctima del abuso.
Algunos sistemas escolares promueven sin intensiones, creencias de restricción y fallan en
promover sanciones apropiadas para el comportamiento abusivo que se realiza por estudiantes dentro de la comunidad escolar e ignoran el comportamiento abusivo o intentan lidiar con él
usando técnicas de resolución de conflictos que sume responsabilidad igual para el ofensor que
para la víctima. Estas escuelas promueven sin darse cuenta comportamientos abusivos e
irresponsables al fracasar colocar la responsabilidad del abuso en el ofensor.
Organizaciones de membresía como la fuerza militar y policíaca pueden proveer influencias restrictivas para los hombres para encarar responsabilidad emocional y social. Tales
organizaciones están caracterizadas por jerarquías rígidas de “superiores” y “subordinados” y la
sanción de la violencia en ciertas circunstancias.
3) RESTRICCIONES EN EL CONTEXTO DE INTERACIÓN Muchos hombres son capaces de contribuir a relaciones respetuosas y sensibles con sus parejas
y otros miembros de la familia a pesar del desarrollo altamente restrictivo de lo que los rodea.
Otros, sin embargo, viven en matrimonios y familias que se caracterizan por patrones de
relaciones altamente restrictivas. Estos patrones de relación reflejan y mantienen los hábitos de desarrollo y las restricciones socio-culturales. Muchos hombres mantienen un sentido de
derecho que está fuera de las responsabilidades sociales y emocionales, como resultado de
patrones restrictivos de dependencia en su pareja u otros miembros de la familia. Fallan en
“pararse en sus propios pies” y encarar las presiones y responsabilidad de la relación y
consecuentemente pueden mantener patrones de evitación e irresponsabilidad social y
a) RELACIÓN MATRIMONIAL, aquí los patrones de dependencia pueden estar basados en
desbalances en la percepción del rango y el derecho o responsabilidad para la
Patrones de dependencia basados en el desbalance percibido del rango y el derecho son características en las relaciones “dominantes-sumisa”. En tales relaciones, el hombre puede
actuar como un patriarca dominante apoyado por una pareja sumisa quien cede y lo protege de
cualquier desafío a su autoridad por cualquier miembro de la familia. Las amenazas o desafíos
a la autoridad masculina o a su sentido de derecho son generalmente tratados con exhibiciones
de rango o de poder. El hombre tiende a evitar el conflicto y evita practicar habilidades para
resolver los conflictos dependiendo en su pareja para disminuir el conflicto. El intentará influir o dirigir aspectos de la vida familiar pero evitará encarar las responsabilidades sociales y
emocionales en el matrimonio y la vida familiar dependiendo de su pareja y otros miembros de
la familia para protegerlo y que hagan este trabajo por él.
En este contexto, el comportamiento abusivo está generalmente asociado con exhibiciones de
poder, rango y dominio. El esposo abusador puede estar perplejo por el comportamiento “desleal” o “erróneo” de su pareja y creerá que es su tarea “corregirla”. El contexto del abuso
es uno en el que él depende totalmente en su pareja para tolerar, disculpar, ignorar, y
perdonar su comportamiento abusivo. El depende de ella para que monitoree sus estados de
ánimo, sus sentimientos y su potencial para la violencia y para prevenir el conflicto y la
violencia diluyendo las situaciones riesgosas. Ella es requerida para aceptar la culpa y tomar
responsabilidad por el estado emocional y las acciones abusivas de su marido. Los patrones de dependencia pueden basarse en un desbalance en la responsabilidad para
el matrimonio y la vida de familia. En este contexto el hombre puede ser callado y pasivo y
toma poca iniciativa para cualquier contribución para el matrimonio o las relaciones familiares.
El depende de una pareja más activa para tomar la iniciativa, orquestar y organizar aspectos de la vida familiar y del matrimonio. (Una excepción a este patrón de desbalance podrá ser la
responsabilidad para la iniciativa sexual).
Cuando el sentido del derecho del hombre es amenazado o desafiado, él tiende a retirarse o
evitar el conflicto y la presión. En este momento, él puede preocuparse con fantasías de
dominio, conquista sexual o venganza. Su pareja tiende a tomar más iniciativa para animarlo, o rogarle para que tome más responsabilidad en el matrimonio y la familia. Estos intentos son
percibidos como amenazantes para el hombre y lo que hace es retirarse más. Este retiro
“invita” a su pareja a que continúe en sus intentos, lo que resulta en un círculo vicioso de
Como consecuencia, el hombre evita encarar las responsabilidades sociales y emocionales y toma cada vez menos iniciativa en el matrimonio y vida familiar. Las habilidades para la
intimidad y resolución de conflicto son ignoradas conforme él lidia con ellas por medio del
retiro y la evitación. El puede resentirse con las iniciativas de su pareja pero seguirá
dependiendo de que ella tome responsabilidad por los aspectos sociales y emocionales de la
En este contexto, el esposo abusador puede sentirse acosado o fastidiado por su pareja y que
lo “presiona más allá del límite”. Puede pasar tiempo intoxicándose a sí mismo con
pensamientos de que él es moralmente superior y pensamientos de venganza antes de abusar
de su pareja. El hombre puede sentirse deprimido y no apreciado y ver a su pareja como “un
pozo sin fondo” donde “no importa lo que haga, nunca puedo satisfacerla”. El se sentirá
desvalido y sin otra opción que creer que su pareja ha provocado sus acciones abusivas. En esta forma, la responsabilidad es atribuida a la pareja y ella creerá que “se lo merece”.
Las relaciones de la mayoría de los ofensores generalmente involucran una mezcla de estos dos
patrones – desbalance en el rango y responsabilidad. A pesar de sus diferencias, ambos
patrones sirven para mantener un sentido de derecho que está fuera de balance con las responsabilidades emocionales y sociales. El comportamiento abusivo se ve justificado cuando
este sentido del derecho es desafiado o amenazado y la responsabilidad del abuso es entonces
atribuida a una fuente externa, generalmente la víctima. En ambos patrones, el abusador
depende de su pareja para encarar las presiones y responsabilidades sociales y emocionales
por los dos y para tomar responsabilidad para monitorear, prevenir, tolerar y perdonar el
comportamiento abusivo. Muchos adolescentes que han abusado mantienen un sentido exagerado de derecho, un patrón
de evitar lo social y emocional y dependencia y una tendencia a evitar la aceptación y la
responsabilidad del comportamiento abusivo, como resultado de su participación en familias
que se caracterizan por patrones restrictivos de interacción. Estos patrones se han detallado
en la sección previa en términos de sobre carga y baja carga.
b) Ambos patrones de interacción marital restringen el desarrollo de relaciones sensibles y
respetuosas entre hombres y niños en la familia. El hombre que depende de su
pareja para encarar las responsabilidades socio-emocionales, especialmente aquellas de
El derecho de ver a los hijos como su propiedad y esperar obediencia
incuestionable y a imponer expectativas no realistas e inapropiadas para su comportamiento. El sentirá el derecho a estar libre de su presencia cuando lo
considere conveniente o a usar a los niños para sus propósitos – como objetos
sexuales o chivos expiatorios de sus propios problemas y frustraciones. Este
derecho es evidente en las explicaciones que algunos ofensores sexuales: “ella
es mi hija y haré lo que quiera con ella”, “quería que su primera experiencia
sexual fuera buena”, “solo le estaba enseñando sobre sexo”.
Derecho a “volcarse en los niños para amor y afecto” si se siente solo,
deprimido o no amado. Algunos ofensores sexuales explican sus acciones “la
quería mucho”, “solo trataba de amarla y estar cerca de ella”.
Derecho a “volcar” y esperar funciones de pareja adulta en los niños, si la
pareja está ausente, enferma, o desinteresada sexualmente, insatisfecha o si
se retira. Algunos ofensores sexuales explican su comportamiento: “mi esposa
no me dio sexo, por eso busqué a mi hija”.
Los niños ocupan un bajo rango y están desvalidos y dependen mucho de sus cuidadores. Por
lo tanto tienen poca elección para diferir y son forzados a tomar la responsabilidad de los
sentimientos y necesidades del hombre abusivo. El hombre es capaz de continuar usando y
dependiendo de la víctima infantil y siente poco cuestionamiento a su irresponsabilidad social y
Los hombres ofensores se vuelven muy dependientes de las víctimas sean adultos o niños para
encarar sus presiones y responsabilidades sociales y emocionales y los responsabiliza para que
tomen la responsabilidad de su comportamiento abusivo.
Los hombres abusivos con frecuencia pasan considerable tiempo y energía construyendo esa realidad para la víctima. A las esposas abusadas con frecuencia les dicen que son
incompetentes, fastidiosas, sensibles y sexualmente disfuncionales. Después de sus actos
abusivos las tratan con amabilidad, indulgencia y les prometen que las aman y no las volverán a
lastimar. A los/las niños/as físicamente abusados con frecuencia les dicen que son
incontrolables, malos/as y no amados/as. Constantemente esperan demandas irreales e
inalcanzables. A los/as niños/as abusados/as sexualmente con frecuencia se les dice que el abuso es normal y que de hecho es un indicador de amor y afecto por parte del abusador. El
abuso sexual con frecuencia se realiza en el contexto de negligencia general y es la única
manera de “afecto” que se le muestra al/la niño/a. Los ofensores sexuales toman ventaja de la
confianza inherente en la relación del cuidador del niño/a y con frecuencia lo engaña
gradualmente y guía equivocadamente al/la niño/a en la participación en el abuso. Se invita a
los/las niños/as sexualmente abusados/as a que establezcan el límite y a que inicien la actividad
sexual. Recompensas y privilegios se les dan a cambio. El proceso de construir una realidad para la víctima con frecuencia es evidente en declaraciones del ofensor: “ella también quería”,
“yo me hubiera detenido si ella me hubiera dicho que no quería”, “cuando ella dijo que fue
suficiente yo siempre paré” “yo le dije a ella que esto estaba mal y deberíamos pararlo”.
Los/as niños/as sexualmente abusados con frecuencia son invitados a formar alianzas
inapropiadas con el abusador en la cual le dan favores y de la cual la madre del niño/a queda excluida. La niña víctima es invitada a que se una a él criticando y regañando a la madre por
su “incompetencia”. Las fronteras padre-hijos se vuelven cada vez más confusa. El secreto, la
lealtad, la devoción se refuerzan por esta forma de realidad, aislándola de los demás y con la
vergüenza y la humillación que la víctima siente. El resultado de que la víctima complazca,
proteja y guarde el secreto, resguarda cualquier desafío al sentido de derecho del hombre y su
irresponsabilidad social y emocional. La responsabilidad del abuso continúa puesta en la víctima.
4) RESTRICCIONES EN EL CONTEXTO INDIVIDUAL Las restricciones socio-culturales de desarrollo y de interacción reflejan los hábitos restrictivos y
los patrones de pensamiento de hombres abusivos que demuestran un sentido de derecho que
está fuera de la responsabilidad social y emocional. Muchas “características” de hombres
abusivos observados por investigadores son entendidos en este contexto. Estas
“características”, de ningún modo deben considerarse como rasgos fijos de personalidad o aspectos estáticos del carácter del hombre. Ellos constituyen patrones o hábitos de
pensamiento y comportamiento que se ven como inevitables consecuencias de los altos niveles
en términos de evitación y dependencia social y emocional. Los hombres que practican la
evitación de las responsabilidades sociales y emocionales parecen propensos a desarrollar
patrones de pensamiento y comportamiento restrictivo que se describe en términos de:
Autointoxicación con preocupaciones y creencias
Intentos equivocados para controlar el abuso
Estos patrones reflejan restricciones a niveles de contexto más amplios y son además
restrictivos en ellos para que los hombres tomen responsabilidad de sus acciones.
a) Los hombres abusivos muestran un alto grado de “inmadurez” social y emocional
especialmente en el contexto de la familia. Muchos hombres abusivos son realmente
competentes en ciertos aspectos de su vida, especialmente en el trabajo, pero toman poca responsabilidad por sus necesidades o las necesidades socio-emocionales de
otros. Una consecuencia de la evitación social y emocional y de la dependencia serán
altos niveles de comportamiento insensible y concentrado en sí mismo, y “olvidar” o no
considerar los sentimientos de los demás y tomar poca responsabilidad por la intimidad
y resolución de conflictos. Esta “inmadurez”, no será tan evidente en otros contextos
b) Baja autoestima es también una característica de los hombres abusivos que tienden
a estar muy preocupados por su propio sentido de competencia y adecuación. La baja
autoestima no es un rasgo fijo y puede depender del contexto. Algunos hombres, por
ejemplo, se sienten adecuados y competentes en su trabajo pero no en su familia.
Aunque ocupen un rango alto, muchos abusadores no se sienten poderosos en
aspectos de su vida día con día, especialmente antes de actuar abusivamente. De hecho, muchos abusadores se sienten desvalidos, amenazados e impotentes y creen
que están perdiendo el control de los miembros de su familia y de ellos mismos.
Tradicionalmente se espera que los hombres sean independientes y que estén en
control de sus propias vidas. Pero, de algún modo, la mayoría de los hombres abusivos
han establecido una dependencia en otros para encarar las responsabilidades y las
presiones sociales y emocionales, poner límites y prevenir el comportamiento abusivo.
Esta dependencia en ls otros tiende a poner control de la vida del hombre en las manos
de otros y lo lleva a sentimientos de inseguridad y ansiedad. Los hombres abusivos generalmente han abdicado la responsabilidad de su propio sentido de bienestar y
consecuentemente sienten que de algún modo están a merced de los otros de los que
Muchos actos abusivos están asociados con muestras abiertas de rango y poder y ocurren en
un contexto donde el abusador se siente amenazado, inadecuado o que está perdiendo el control. Alternativamente, los actos abusivos pueden estar asociados con experiencias
encubiertas en las que los hombres están preocupados con fantasías de dominio, admiración
idealizada y éxito, desempeño sexual o venganza – frecuentemente en un gran contraste con
Los ofensores sexuales con frecuencia describen su interés sexual en el/la niño/a que victimizan en términos de preocupación con el rango y la confianza interpersonal. Se describen a sí
mismos como sintiéndose atraídos al tamaño, ingenuidad, vulnerabilidad y devoción del/la
niño/a. Cuando se les pregunta por su elección, la mayoría describe al/la niño/a como “fácil”,
que se puede usar y es accesible. Algunos dicen cosas como “yo creí que la estaba
satisfaciendo/dándole placer” o “ella era fácil de complacer” y que “no había presiones” y “no
c) Los hombres abusivos están restringidos por su propia autointoxicación con sus preocupaciones y creencias. Estas ideas están, muy relacionadas con sus propias
explicaciones causales de su comportamiento abusivo. Los esposos abusadores con
frecuencia pasan considerables periodos de tiempo preocupados por su pensamiento
moralmente superior y con las “injusticias” de su pareja y muchos ofensores sexuales muestran altos niveles de preocupación sexual y comportamientos sexuales de baja
demanda interpersonal. La tendencia a “sexualizar” necesidades y sentimientos
asociados al rango, control, cercanía y afirmación es evidente en muchos ofensores
sexuales, los cuales tratan de satisfacer muchos de sus requerimientos emocionales con
comportamientos de iniciativa sexual. Ofensores sexuales tienden a tener creencias sexuales equivocadas y miedo los cuales se relaciona con la mitología tradicional acerca
del desempeño sexual masculino así como muchos esposos abusivos se suscriben a
ideas equivocadas y mitología tradicional acerca del enojo, conflictos y violencia en las
d) Los hombres abusivos generalmente están muy restringidos por sus propios y bien
intencionados pero que no ayudan, intentos equivocados de controlar el abuso. Estos intentos están determinados, claro está, por un gran número de teorías
restrictivas individuales y explicaciones del abuso al que el hombre se suscribe. Los
intentos equivocados tienden a estar basados en patrones de evitación de la
responsabilidad por el comportamiento abusivo y patrones de distracción y de evitación
de la experiencia propia del abusador. Esto es consistente con la tendencia de
depender de otros para tomar la responsabilidad del abuso.
La mayoría de los hombres abusivos fracasan al atender a su propia experiencia que precede a
sus actos abusivos. Los esposos abusadores con frecuencia se describen a sí mismos como
moviéndose inexplicable y repentinamente de la calma al estado abusivo. Pasan poco tiempo
pensando y notando el proceso de auto-intoxicación conforme van escalando en su propio
pensamiento de superioridad moral, culpando a sus parejas y su propia justificación de la violencia antes del acto de violencia.
De manera similar, los ofensores sexuales fracasan al pensar y atender al proceso de
autointoxicación que acompaña al aumento irresponsable de preocupaciones, los planes, las
La mayoría de los hombres abusivos solo piensan en sus acciones abusivas inmediatamente
después de que ocurren. En esos momentos pueden tener sentimientos de culpa,
remordimientos y vergüenza y por periodos cortos. Estos sentimientos y experiencias son
dolorosos y difíciles de encarar. Como consecuencia, tienden a sacarlos de su experiencia y a evitarlos. Pronto desarrollan justificaciones para disculpar el comportamiento abusivo y cambiar
la responsabilidad a otro lugar. El hombre abusivo puede rápidamente “olvidar” su dolorosa
experiencia. Como consecuencia, él no encarará ni tomará responsabilidad de sus acciones ni
considerará el impacto en la víctima. De esta manera, él fracasa en limitar su propio
comportamiento abusivo y depende de otros para que lo limiten y lo monitoreen.
Muchos hombres abusivos tratan de controlar sus acciones abusivas enfocándolas en estados
emocionales y los confunden con las acciones abusivas. Los esposos abusadores creen que
para detener la violencia deben dejar de sentir enojo. Consecuentemente, tratan de evitar su
experiencia de enojo pero toman poca responsabilidad para cesar la violencia. De manera
similar, los ofensores sexuales pueden confundir la experiencia de interés sexual con el
comportamiento abusivo. Estos hombres tratan de evitar la experiencia del interés sexual y distanciarse de ella en un intento de controlar el comportamiento abusivo. Estas estrategias
invariablemente no tienen éxito y sirven para alienar (alienate) al hombre de su propia
experiencia, de tal manera que se siente más “bajo la influencia” de sus sentimientos o
urgencias y menos propenso a tomar pasos para controlar sus acciones.
IMPLICACIONES DE LA TEORÍA DE RESTRICCIÓN
Alan Jenkins ha encontrado en las explicaciones causales del abuso que son altamente restrictivas para que el hombre tome responsabilidad de su comportamiento abusivo y en el
aprendizaje para contribuir respetuosa y sensiblemente en sus relaciones con otros.
Las teorías causales con frecuencia se relacionan con parámetros de las estructuras culturales y
las tradiciones, antecedentes de desarrollo, patrones de relación y patrones de pensamiento y
comportamiento individual que son útiles en entender y en la intervención del abuso, cuando son consideradas en el contexto de la teoría de la restricción. Estos parámetros son vistos
como restricciones a la responsabilidad más que causas del comportamiento abusivo. Entre
más restricciones que estén activas, el hombre menos va a tomar su responsabilidad.
El abuso y la explotación se realizan en un contexto donde el sentido del derecho del hombre
sobrepasa su sentido de responsabilidad socio-emocional en relación a otros. Este contexto existe para el hombre cuando se aferra fuertemente a las creencias restrictivas y a los valores
Una exagerada sensación del derecho en relación a otros
Evitar la responsabilidad socio-emocional en una relación
La dependencia en otros para encarar estas responsabilidades en las
La atribución de la responsabilidad del comportamiento abusivo a
otras personas, eventos, o factores sobre de los cuales él siente que
Su pareja puede también aferrarse a creencias altamente restrictivas y a valores que
Un sentido de sumisión femenina o condescendencia en relación con su pareja
Un sentido de máxima responsabilidad por la creación y mantenimiento del clima socio-
Una sensación de responsabilidad por la causa, prevención o consecuencia de la
Una sensación de estar atrapada o imposibilitada para dejar el contexto abusivo
Consecuentemente, los patrones de desbalance en el rango y la responsabilidad percibida entre
la pareja frecuentemente existe en relaciones que caracterizan a los hombres violentos y
abusivos. Una teoría de restricción puede ayudar mucho cuando se trabaja con el hombre y los miembros
de la familia. Alan Jenkins trabaja asumiendo que estos hombres no quieren lastimar o abusar
de otros y que quieren relaciones respetuosas y de cuidado.
En lugar de aceptar la “invitación” del ofensor a buscar la causa de éste, Alan Jenkins lo invita a considerar:
¿Qué lo ha detenido de tomar la responsabilidad de su abuso?
¿Qué lo ha detenido de tomar la responsabilidad para desarrollar relaciones sensibles y
respetuosas con la víctima y otros miembros de la familia?
De esta manera, se mantiene claro en el contexto terapéutico que responsabiliza al ofensor de
su comportamiento abusivo. Al mismo tiempo, puede invitar a la persona a examinar las restricciones y a que acepte su responsabilidad sin el riesgo de que sin querer lo anime a
atribuir la responsabilidad a factores “causales”.
Se puede invitar al ofensor a que examine y desafíe las restricciones que van desde tradiciones
socio-culturales y de desarrollo y los planes por los que él sin querer ha “mamado” y los
patrones de interacción en dónde él ha dependido de los demás para encarar las responsabilidades socio-emocionales y tomar responsabilidad de su comportamiento abusivo, a
los hábitos individuales de restricción, y las creencias y los intentos equivocados para manejar
Alan Jenkins está dispuesto a trabajar con otros miembros de la familia e invitarlos a desafiar
los patrones restricitivos relación y hábitos de aceptar la responsabilidad por el comportamiento abusivo del hombre. De esta manera, se puede dirigir la dinámica de las relaciones familiares
sin el riesgo de atribuir la responsabilidad del comportamiento abusivo a los miembros no
Las explicaciones basadas en la teoría de restricción tienden a promover soluciones útiles en la
forma de acciones responsables. Si el hombre abusivo ha fracasado en tomar la responsabilidad en esta área:
Si él ha fracasado a encarar y aceptar responsabilidad por su comportamiento abusivo
Si él ha fracasado a encarar las presiones emocionales y sociales y sus
Si él ha dependido de los demás para encarar sus presiones y responsabilidades
Entonces la solución es obvia. El debe enfrentar estas presiones y responsabilizarse. Se puede
ver una estrategia terapéutica alrededor de la responsabilidad, en la cual el papel del terapeuta es declinar “las invitaciones” por el ofensor para atribuir la responsabilidad a factores externos e
invitarlo a que él mismo acepte su responsabilidad.
PARTE 2 EL PROCESO DE COMPROMETER AL HOMBRE QUE ABUSA DE SU PAREJA
INTRODUCCIÓN El hombre abusivo vendrá a terapia con una historia que contar y con explicaciones de su violencia y eventos en su relación que son muy consistentes con sus creencias restringidas. El
parece querer cesar su violencia. Sin embargo, también tiene buena práctica en evadir la
responsabilidad de sus acciones y en atribuirla a eventos externos o a factores sobre las
cuales siente que tiene poca influencia. Sus intentos para manejar su violencia tienden a
involucrar intentos de invitar a los demás a tomar la responsabilidad de su comportamiento.
Estas invitaciones pueden ser a través de dos maneras:
INVITACIONES EXPLÍCITAS a su pareja y a otros para aceptar sus puntos de vista,
atribuir responsabilidad externa e ignorar, disculpar, minimizar, tolerar y aceptar la
culpa, ser “entendido” o a que perdonen su violencia. Estas invitaciones están
basadas en expectativas expresadas y generalmente se dan en peticiones directas.
INVITACIONES IMPLÍCITAS a su pareja y a otros a aceptar responsabilidad y que
atiendan su violencia por él. El hombre puede no darse cuenta de estas “invitaciones”
que están implicadas en su inactividad y fracaso para tomar la acción responsable frente a su violencia. Esta inactividad parece de algún modo “invitaciones” irresistibles
para los demás quienes quieren influir en su comportamiento, entrar en el vacío de
responsabilidad del hombre y tratar de apoyarlo a tomar acciones.
Al preocuparse en relación a la violencia
Tomando la iniciativa para dar consejo, confrontar o establecer límites para su
Tratando de prevenir estallidos de su violencia
Tratando de remover las presiones y desafíos de su vida
Manteniendo el secreto de su violencia
Ambos tipos de invitaciones pueden llevar a otros a participar en el problema y perpetuar las
restricciones relacionales a la responsabilidad.
Consecuentemente, el hombre parece tener bien establecidos los hábitos de depender en los
demás para que tomen iniciativa, acepten la responsabilidad de su violencia y trabajen más fuerte que él mismo en atenderla. Debe haber un gran círculo de otras personas que atienden a
la violencia como su pareja, miembros de la familia, amigos, policía, trabajadores sociales y
terapeutas. Tal ciclo de desbalance en la responsabilidad parece haber escalado con el tiempo,
entre más trabajan los demás para que él atienda su violencia, menos responsabilidad toma él
para atenderla. En otras palabras, él parece haber empatado el aumento de responsabilidad de
los otros con el aumento de la irresponsabilidad de él mismo. En el contexto de la terapia, el hombre abusivo invariablemente se acercará al terapeuta con
invitaciones explicitas similares para atribuir la responsabilidad externamente y confirmar su
visión restringida, junto con más “invitaciones” implícitas para el terapeuta para que atienda y
tome más responsabilidad por la violencia. Las invitaciones explícitas e implícitas, se
pronunciarán especialmente si el hombre ha hecho la cita como resultado de presiones externas o por iniciativa de otros, como el que su pareja deje la relación o presentándole un
ultimátum para que vaya a terapia o como resultado de la policía o el sistema judicial o
Es consistente con el largo patrón establecido de atribuir equivocadamente y de evitar la
responsabilidad de la violencia, que otros parecen haber tomado la responsabilidad de iniciar la terapia por el hombre. No es sorprendente, que él se sienta tenso y resentido por haberlo
presionado a ver al terapeuta y parece presentarse en una manera que parece ser muy
En este contexto, particularmente cuando el terapeuta se da cuenta de la naturaleza del abuso,
puede sentir irresistibles las “invitaciones” que el hombre le hace de manera implícita a tomar
mayor responsabilidad en atender la violencia. El terapeuta puede sentirse tentado a aceptar responsabilidad:
Desafiar y confrontar directamente las explicaciones que el hombre da
Dar consejo para que detenga su comportamiento abusivo y para que se comprometa
Establecer fuertes argumentos contra la violencia
Tratando de “romper su negación”
Criticar o castigar al cliente por su comportamiento
Expresar shock y rabia por sus acciones
De esta manera, el terapeuta puede, con la mejor de las intenciones proceder a argumentar
fuertemente contra la violencia y por la responsabilidad con el hombre el cual a su vez “invita”
y se siente obligado a volver a contar su historia original y a volver a expresar sus explicaciones restrictivas con más vigor, intensidad y convicción, volviéndose cada vez más atrincherado en
El o la terapeuta puede encontrarse argumentando con más y más fuerza a favor de la
responsabilidad con un cliente cada vez más “resistente” quien parece cada vez tomar menos
responsabilidad por sí mismo. Para evitar esta invitaciones, Alan Jenkins ha encontrado maneras para invitar al hombre a
tomar responsabilidad por su comportamiento abusivo y a:
Descubrir y clarificar sus propias metas en la relación
Reconsiderar el punto de su responsabilidad por su violencia
Desafiar las restricciones para aceptar la responsabilidad de la violencia
Se invita también al hombre a examinar su propio plan para relacionarse con otros y descubrir
su propia capacidad para contribuir a relaciones respetuosas y de manera no abusiva. Es central a este modelo es el proceso de compromiso que se utiliza en todas las etapas de la
terapia. En este proceso el o la terapeuta se esforzará a actuar de acuerdo a los siguientes tres
Declinar las invitaciones explícitas para atribuir la responsabilidad por la violencia a
factores que van más allá de la influencia del hombre y las “invitaciones” implícitas a
tomar la responsabilidad por la violencia del hombre y atenderla por él.
Invitar al hombre a desafiar sus limitaciones para aceptar la responsabilidad de sus
Reconocer y resaltar las evidencias del hombre al aceptar la responsabilidad de sus
El proceso del compromiso esta designado para localizar la responsabilidad por las acciones del
hombre y sus alcances dentro de sí mismo, para que más pronto se adueñe e incorpore su
capacidad del cambio. De esta manera, el o la terapeuta puede facilitar el cambio con clientes “desmotivados” y minimizar los problemas con la “resistencia”. Este proceso se hace
manteniendo el supuesto, de que solo el hombre abusivo puede cambiar sus creencias y su
comportamiento. El estilo de cuestionar usado en este acercamiento ha estado influido de
manera extensa por las ideas en el proceso terapéutico desarrollado por Michael White.
Son 9 los pasos que constituyen el modelo para comprometer al hombre abusivo y violento:
Invitar al hombre para dirigir su violencia
Invitar al hombre para que argumente por una relación no violenta
Invitar al hombre para que examine sus esfuerzos equivocados (misguided) para
Invitar al hombre a que identifique su tendencia a través del tiempo en la relación
Invitar al hombre a externalizar sus restricciones
Entregar las invitaciones irresistibles a desafiar las restricciones
Invitar al hombre a considerar su preparación para tomar nuevas acciones
Facilitar la planeación de nueva acciones
Facilitar el descubrimiento de nuevas acciones
Jenkins ha encontrado este modelo de mucha ayuda para ayudar a hombres abusivos a
desafiar sus ideas restrictivas y sus patrones de comportamiento, habilitarlos a descubrir
formas más respetuosas y sensibles para relacionarse con sus parejas. Los hombres abusivos y sus parejas pueden desafiar patrones inútiles de atribuir la responsabilidad de la violencia,
liberando a los hombres de tomar la responsabilidad por su propio comportamiento y ambas
partes a descubrir maneras de relacionarse más respetuosas y equitativas. En particular, el
hombre puede hacerse cargo del proceso del cambio tomando sus propios argumentos a favor
de la responsabilidad y descubriendo sus propias maneras de traducirlas a nuevas acciones. El o
la terapeuta está capacitada para actuar como consultante quien retroalimenta información e invita al hombre a atribuirle significado a su comportamiento y experiencia. En esta manera, el
o la terapeuta puede evitar problemas centrados alrededor de ideas de “resistencia” y facilitarle
al hombre a que descubra nuevas direcciones en su propia vida.
THE RELIGIOUS EDUCATION AND COLLECTIVE WORSHIP E-NEWSLETTER From the Doncaster SACRE (Standing Advisory Council for Religious Education) Spring 2013 Welcome to this term’s edition of the Doncaster SACRE e-newsletter. Doncaster SACRE aims to support RE and Collective Worship in all schools by providing up-to-date information about new resources and initiatives. CONTE
L’atto finale contiene un elenco dei Atto finale STATI MEMBRI, riunita a Bruxelles il 30 settembre 2003 per trattato che adotta una Costituzione per l'Europa, ha adottato i Costituzione I. Trattato che adotta una Costituzione per l'Europa Protocolli II. Protocolli allegati al trattato che adotta una Costituzione per 1. Protocollo sul ruolo dei parlamenti nazionali Sussid